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El Museo del Rímac

En el Atrio de la Plaza de Acho


Lineamientos

“¡Piedad, piedad para el río, el puente y la alameda!” pedía Raúl Porras Barrenechea en un conversatorio y entonces Chabuca Granda lo escuchó y creó La Flor de la Canela. Claro que ella no hablaba de la famosa Alameda de los Descalzos ni de la desconocida Alameda de Acho, sino de la de Tajamar hoy inexistente. Pero en el 2012 cuando pensaba en mi tesis y veía la terrible fortuna que sufría el Rímac, era justamente de eso de lo que quería hablar. Así que en lugar de elegir primero un tema y luego pensar dónde ponerlo, le di la contra y elegí un sitio y luego pensé qué necesitaba.



Resulta que hace muchos, muchos años en un distrito muy cercano solía haber una alameda arbolada que iba desde San Lázaro hasta el puente de piedra, al borde del río. El paseo era frecuentado por tapadas y sus pretendientes, y se encargaba de conducirlos hasta la Plaza Colón. Un espacio público circular que precedía a la Plaza de Toros y que tenía, en el centro, la escultura a Cristóbal Colón que ahora yace en el paseo que lleva su nombre. Naturalmente "la modernidad" aplastó estos monumentos, ¿un pequeño precio a pagar por el puente de la Av. Abancay y la Vía de Evitamiento no?



Pero por obra del cielo no todo desapareció. Bueno, en verdad casi todo. Pero además de la Plaza de Acho y el Mirador de Ingunza quedó en pie un testigo de lo que alguna vez fue el perímetro de dicha plaza, la Colón.


Vista aérea del terreno, 2011 (IGN).

Taller X

Es por eso que la primera partida fue mantener ese cuarto de círculo, pero no era muy lógico que esta reminiscencia formal dictara el curso del proyecto. Una segunda aproximación consistió en un edificio en forma de "V" que se abriera hacia la Plaza; sin embargo esto aislaba al Mirador del resto del espacio público.

Tuve que recurrir al Plan Maestro de Desarrollo Urbano del Cercado de Lima y dentro de el al Gran Parque del Río Hablador de Ortiz de Zevallos. Ahí encontré algunos lineamientos a seguir para un correcto emplazamiento en el terreno, tales como la peatonalización de la primera cuadra del Jr. Marañón, para crear una sola unidad e incentivar el flujo peatonal entre la el puente, la Plaza y el mirador; o la necesidad de un elemento que aísle a la nueva plaza de los distintos tipos de contaminación de la Av. 9 de Octubre. A eso habría que sumar que la Plaza tiene un déficit de estacionamientos que había que cubrir, lo que tenía como consecuencia al menos dos salidas de circulaciones verticales desde el sótano.


Pero el problema principal, la forma, tamaño y ubicación del edificio quedaba pendiente. La respuesta estaba en un Plano de la Ciudad de Lima en 1821 de la colección de Juan Günther. Y es que Lima -y el Rímac- fue desde su fundación española siempre ortogonal. Abajo el puente era una continuación del damero de Pizarro y esa trama urbana original seguía existiendo y llegaba justamente hasta el borde de mi terreno: el Jr. Hualgayoc. Así que la gran incógnita se resolvió fácilmente como la continuación de dicha retícula. Un solo edificio lineal que abrazara la casona monumental y delimitara la plaza entera, integrando al Mirador y manteniendo -mediante un destajo en el primer nivel- el eje horizontal.


Tesis

Ya graduado, tocaba desarrollar todos estas ideas que había ido planteando, buscar ejemplos referenciales para evaluar aspectos formales, funcionales y tecnológicos y para eso recurrí a la Plaza de Toros de las Ventas de José Espeliú (1929), el Archivo Real y General de Navarra de Rafael Moneo (2003) y el Museo Interactivo de la Historia de Lugo de Nieto Sobejano (2011).


Después me tocó desarrollar el programa del edificio; es decir, los ambientes del museo. Y para esto hubo que revisar publicaciones del Sistema Nacional de Museos de Venezuela y del Ministerio de Cultura de España, visitar el Museo del Cerro del Cerro San Cristóbal, el Museo Larco y el Museo Taurino de Acho y analizar estadísticas del INEI, del Congreso y del Observatorio Cultural Metropolitano. En base a toda esta información elaboré un programa basado en los siguientes paquetes funcionales: administración, sala de grupos, exposición, restauración, auditorio, cafetería, servicio y estacionamiento y organicé la exposición en cuatro salas según los periodos cronológicos de la geografía, el prehispánico, el virreinal y el republicano.


Luego de un año de esfuerzo a tiempo completo logré sustentar este complejo proyecto, que ojalá y algún día pueda hacerse realidad.



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